martes, 22 de marzo de 2016

La Lucha Contra el Mundo Segunda Parte

¿Cómo se podría definir el mundo en su sentido espiritual?
¿Por qué es tan perjudicial para un cristiano practicar conductas mundanas?
¿CÓMO PODEMOS VENCER AL MUNDO?
Seguramente todos los creyentes se han hecho esta pregunta en su mente en algún momento.  Y quieren tener una respuesta.  Vamos a ver qué dice la Biblia al respecto.  Hay dos cosas que debemos hacer: Entender que el mundo nos aborrece.  Hay por lo menos dos razones por las cuales el mundo no nos quiere: 

Primero, es porque el mundo aborreció a Cristo primero. Jesús, en su último discurso a sus discípulos (Juan 13-17), les dijo, Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros....Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán... (15:18-20).  El mundo no quería aceptar a Cristo porque Él era diferente y sin pecado.  Satanás convenció y sigue convenciendo a muchos que Jesús es un enemigo en vez de un amigo.  Entonces, es natural que el mundo nos aborrezca, porque también aborreció a Cristo.  Tenemos que aceptar el hecho de que vamos a sufrir en manos de los del mundo (Juan 16:33). ¿Si Cristo sufrió, debemos esperar menos nosotros?
Segundo, no es solamente que el mundo nos aborrece porque aborrecieron a Jesús, también es porque ahora nosotros no pertenecemos a este mundo.  Jesús también advirtió a sus discípulos, Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece (Juan 15:19).  Ahora que Jesús ha cambiado nuestra vida y ya no vivimos en pecado, el mundo nos ve diferente.  En su  oración al Padre por los discípulos, Jesús exclamó,....y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo (Juan 17:14).

Aprovechar los recursos que tenemos. Tenemos muchos recursos en nuestra batalla contra el mundo.  Estos recursos son:
La protección del Padre. Jesús sabía que El no podía quitar a sus discípulos del mundo.  Ellos tenían que vivir en el mundo.  Entonces, Él oró, No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal (Juan 17:15). Jesús sabía que íbamos a necesitar toda la ayuda disponible para poder batallar contra el mundo.  No hay alternativa; tenemos que vivir aquí.  Pero Dios nos protege del mundo.
La obra cumplida por Cristo.  Jesús vino a la tierra a cumplir la misión de Dios:  romper el poder que Satanás y el mundo tenía sobre el hombre, y proveer un remedio. Jesús terminó su última instrucción a sus discípulos, diciendo, Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz.  En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido el mundo" (Juan 16:33).  Podemos tener paz en nuestro corazón cuando estamos en medio del conflicto con el mundo porque Cristo ya ha ganado la victoria.
La morada del Espíritu.  La ventaja que nosotros tenemos sobre el mundo es que el Espíritu Santo vive en nosotros.  Jesús aseguró a sus discípulos con estas palabras:  Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:  el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará con vosotros (Juan 14:16-17).
El apóstol Juan advierte en 1Juan 4 contra los espíritus falsos del mundo, y dice, Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo (v.4).  En medio de cualquier conflicto con el mundo, el Espíritu está en nosotros, dándonos dirección y ayuda para poder vencer.
Las promesas de la Palabra de Dios. La Palabra de Dios es un recurso de vital importancia para poder vencer al mundo.  Pedro escribió que Dios ...nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia 2 Pedro 1:3b-4).  Porque hemos dejado la corrupción del mundo, tenemos las promesas de Dios que nos ayudan a vivir en forma correcta.  Debemos aprovechar este recurso, estudiando y memorizando la palabra de Dios (la Biblia), porque es nuestra espada contra los ataques del mundo (Efesios 6:17).
Nuestra fe en Jesús.  Juan enseñó que nuestra fe en Jesús como el Hijo de Dios asegura la victoria sobre el mundo.  Dijo, Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe....¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1Juan 5:4-5).  El que ha depositado su fe en el hecho de que Jesús es el Hijo de Dios quien vino a este mundo para dar su vida en sacrificio por los pecados del hombre es victorioso sobre el mundo.  No hay nada que el mundo ofrece que sea mejor que eso.  Con nuestra fe venceremos el mundo.
La oración. La oración es un arma poderosa contra el mundo. Jesús estaba acostumbrado a orar:  Mas él se apartaba a lugares desiertos, y oraba (Lucas 5:16).  Oró en Getsemaní antes de enfrentar los sufrimientos y la muerte (Mateo 26:36; Marcos 14:32; Juan 18:1).  Pablo, en Efesios 6, habla de la armadura que el creyente tiene a su disposición para batallar contra el enemigo.  Concluye en el versículo 18, diciendo, orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.  La exhortación de Pablo, Orad sin cesar (1 Tesalonisences 5:17) debe ser guardada.  Judas, recordando la advertencia dada por otros apóstoles acerca de los que iban a surgir entre los creyentes para hacer mal y causar divisiones, instó, Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna (Judas 20-21).  Por medio de la oración el creyente se mantiene en contacto con la fuente de poder y protección que es Dios.

El apoyo de otros creyentes.  Nosotros no somos islas, es decir, no vivimos aislados del resto de los creyentes.  Mantenemos una relación con los creyentes de la iglesia para apoyarnos y para recibir apoyo los unos de los otros.  El autor de Hebreos, hablando de la necesidad de mantenernos firmes en la fe, dice, Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de reunirnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca" (10:24-25).  Las reuniones del pueblo de Dios son para el crecimiento espiritual de cada uno de sus miembros.  Para los nuevos creyentes, este apoyo es especialmente importante.
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