viernes, 23 de octubre de 2015

La Oración

La oración es una de las armas más poderosas con las que cuenta el creyente en su fortalecimiento espiritual, como lo dijo un pensador cristiano llamado Lacordaire:  La oración es el acto omnipotente que pone las fuerzas del cielo a disposición de los hombres. Todo creyente debe cultivar una vida de oración profunda que sin duda le mantendrá completamente unido a la voluntad de Dios. Al mismo tiempo es necesario reconocer que nuestras oraciones en ocasiones presentan algunas deficiencias.  Los mismos discípulos le pidieron a Jesús que les enseñara a orar (Lucas 11:1).
A través de este breve estudio aprenderemos acerca de la definición, importancia y características fundamentales de la oración.  Esto nos permitirá desarrollar una vida de oración más apegada a los criterios bíblicos.
1. DEFINICIÓN DE LA ORACIÓN 
1.1. Conceptos errados acerca de la oración. 
1.1.1 Un rezo o repetición fija. Uno de los conceptos más popularizados acerca del significado de la oración es la de un rezo o repetición fija. Según este criterio, la oración es la repetición de una plegaria cuyo contenido debe declararse exactamente igual todas las veces que se quiere pronunciar. Un ejemplo de este tipo de oración eran las utilizadas por los rabinos judíos en las sinagogas (se empleaba una plegaria específica para cada fiesta o circunstancia especial).[1]  Actualmente pueden mencionarse los rezos que algunas religiones como la católica-romana usan en sus diversos cultos (El Ave María, Credo Apostólico, la señal de la Santa Cruz, ruego por los difuntos, etc.).
       La Biblia enseña que la oración debe ser espontanea y vinculada a la circunstancia que vive el cristiano (basta con simplemente examinar todas las oraciones que aparecen en la Biblia para darnos cuenta que ninguna es igual a otra, todas son diferentes y reflejan la personalidad del orador (persona quien ora) y las circunstancias propias por las que estaba atravesando (Génesis 24:12-14; 1o Samuel 1:11; Nehemías 9:5-37; Salmo 51). 
1.1.2   Un clamor sólo cuando hay crisis.  Para algunos la oración es un s.o.s. (llamada de auxilio) que se lanza a Dios cada vez que hay problemas.  Para estas personas, la oración es más o menos parecido a esos letreros de seguridad que colocan en ciertos lugares donde puede leerse "ROMPA SOLO EN CASO DE EMERGENCIAS".  No es que no se debe orar cuando hay problemas; el error consiste en buscar la dirección de Dios sólo en tiempo de crisis.  Es necesario buscar el rostro de Dios en todo tiempo, en la alegría y la tristeza, el éxito y la derrota, la escasez y la abundancia, en todo tiempo debemos fortalecer nuestro diálogo con el Señor. 
1.1.3   Buscar el visto bueno de Dios.  Para otros la oración se asemeja a un papel que le presentamos a Dios para que él ponga su sello de APROBADO.  Buscamos el rostro de Dios después de tomar decisiones y ejecutar los planes.  Al rato nos damos cuenta que algo se nos olvidó y enseguida oramos diciéndole a Dios:  "Estos planes los he pensado bien por lo tanto creo que son correctos; te los presento para que le des tu visto bueno".  Posteriormente damos testimonio diciendo:  "Estoy en la voluntad de Dios porque he orado por este asunto".
La Biblia establece claramente en Santiago 4:13-16, que actuar sin haber buscado previamente la dirección de Dios es un acto de soberbia o jactancia (Santiago 4:16).  El creyente no debe emplear la oración como una forma de pedir el visto bueno de Dios sobre lo que está haciendo.  Al contrario, debe actuar porque está convencido de que tal acción es lo que Dios quiere para él.  
1.2. Es una relación vital con Dios.  Todas las definiciones anteriores acerca de la oración son desvirtuadas.  Es necesario definir desde una perspectiva bíblica los principios que caracterizan esta importante actividad espiritual.
Debe definirse la oración como una relación vital con Dios.  Esta definición nos permite valorar la oración no como una opción que se puede tomar o desechar, sino como una necesidad apremiante de la cual dependemos para vivir espiritualmente.  Así lo señaló un creyente cuando dijo: La oración es como el respirar: si no respiras mueres; si no oras, mueres espiritualmente.
1.2.1 Dios nos manda a orar.  La oración es un mandato de Dios. Él ha establecido que nuestra oración debe ser permanente (1o Tesalonicenses 5:17) y no sólo apartar un momento fugaz del día para decir tres o cuatro palabras adornadas con un amén. Nuestra mente debe mantener contacto con Dios durante todo el día. Esto no significa que descuidaremos nuestras responsabilidades por concentrarnos en la oración.  Lo que significa es que en cualquier circunstancia en la cual nos encontremos, siempre nuestra mente buscará antes que ninguna otra cosa la presencia de Dios para alabarle, adorarle, preguntarle algo, agradecerle, pedirle algo, interceder por alguien (1o Crónicas 16:11).  Esto significa ORAR SIN CESAR. 
1.2.2   Es una necesidad del corazón. Es importante indicar que la oración es una necesidad profunda del corazón. El salmista lo expresó diciendo:  Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo (Salmo 42:2). El alma del creyente tiene una intensa necesidad (sed) de relacionarse con Dios. Esta necesidad es consecuencia de que fuimos creados con una naturaleza espiritual que sólo se satisface a través de la comunión íntima con nuestro Creador. Parafraseando a Agustín diríamos que Dios dejó en nosotros un vacío que sólo El mismo puede satisfacer por esto el corazón del hombre no descansará hasta reposar en Dios.  La oración le permite al creyente cultivar esta necesaria relación con su Dios y Creador. 
2. IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN
        2.1. Fortalece en medio de las pruebas.  Una de las principales razones por las cuales un creyente busca el rostro del Señor es para fortalecer su vida espiritual.  Jesús enseñó que el espíritu lucha constantemente contra la carne y por ello es necesario mantener una actitud constante de vigilancia y oración.[2]  Jesús mismo dio ejemplo de la necesidad de mantener esta actitud constante de vigilancia y oración (Marcos  6:46; Lucas 5:15-16; 6:12; 9:18; 22:41; Juan 11:41).  El apóstol Santiago exhorta a orar en medio de la aflicción y Dios ha prometido estar con nosotros en medio de la angustia y respondernos cuando clamemos a Él (Salmo 91:15).  Por esta razón debemos concluir que la oración es la primera alternativa que debe usar un creyente en medio de cualquier tipo de aflicción para buscar fortaleza espiritual.
         2.2. Nos permite conocer la voluntad de Dios.  Otro elemento importante que nos permite valorar la oración es que a través de ella conocemos la voluntad de Dios para nuestras vidas.  Debe ser un anhelo para cada creyente hacer la voluntad del Señor (Salmo 40:8) y por medio de la oración podemos percibir la respuesta de Dios en cada decisión que debemos tomar.  Pablo reconocía la necesidad de que los creyentes fuesen llenos de la voluntad de Dios (Colosenses 1:9; Efesios 1:16-17) y por ello oraba fervientemente de tal manera que este deseo se convirtiera en realidad.  Andar en la voluntad de Dios es consecuencia de una vida de santidad y devoción (Romanos 12:1-2), lo cual debe ser un reto para cada uno de nosotros.
      2.3. Recibir respuestas en nuestras necesidadesTodos quisiéramos recibir respuestas a nuestras necesidades pero no todos cultivamos una vida de oración continua como lo demanda el Señor.  Es necesario que entendamos la relación de una cosa con la otra. Cristo enseñó que era suficiente con que dos de nosotros nos pusiéramos de acuerdo sobre cualquier cosa y la pidiéramos para que nos sea concedida por el Padre celestial.  Esta promesa es de vital importancia en la vida del creyente porque prácticamente define cuál es la manera de recibir de parte de Dios lo que necesitamos: la oración. El escritor A. Tennyson dijo en una ocasión: La oración alcanza más cosas de las que el mundo puede imaginar.  Esta afirmación es correcta en todos los sentidos.  El apóstol Pablo lo afirmó de otra manera cuando reconoció que la obra de Dios traspasa lo que nosotros podamos imagina o entender (Efesios 3:20).  Debemos, sin embargo, admitir que nos cuesta mucho cultivar la disciplina de la oración y en ocasiones hasta le reclamamos a Dios porque no nos responde pero no advertimos que la vida de oración es la que produce la respuesta de Dios a nuestras necesidades. 
3.  ASPECTOS IMPORTANTES DE LA ORACIÓN (Mateo 6:5-15). 
3.1. La oración debe ser sincera (vv.5-8).  Una de las enseñanzas centrales acerca de la oración se encuentra en Mateo 6:5-15, llamado tradicionalmente el Padrenuestro.[3]  Esta enseñanza de Cristo nos orienta en torno a varias consideraciones que son necesarias tomar en cuenta para mejorar nuestra vida de oración.
Lo primero que resalta de este pasaje es que la oración debe ser completamente sincera.  En ese sentido se pueden considerar los siguientes aspectos: 
3.1.1 Debe evitarse el exhibicionismo (vv.7-8). A algunos judíos les gustaba orar para llamar la atención de los demás.  Les gustaba aparecer como personas sumamente piadosas.  Cristo les llama hipócritas por su falsedad.  La recompensa de estos hombres es la alabanza del hombre:  "Mira, qué piadoso", "este hombre si es espiritual" serían algunos comentarios que tal tipo de religioso deseaba oír.  Con esto ya estaban satisfechos, no les importaba si Dios había oído o no sus oraciones (v.5).  Al contrario, la preocupación del orador sincero es la de ser oído por su Padre celestial, no importa si nadie más lo oye, por eso es mejor hacerlo en secreto para ser posteriormente recompensado (v.6). 
3.1.2  Debe evitarse al retoricismo (vv.7-8). Otro aspecto importante que debe evitarse es el retoricismo, que significa, el lenguaje extremadamente adornado con la intención de llamar la atención de Dios, como si Dios nos respondiese por nuestras hermosas e impresionantes palabras (v.7).  Al contrario, Dios ya sabe de qué cosas tenemos necesidad aun antes de pedirlas. Por eso lo que le mueve a misericordia no es nuestro refinado vocabulario o extensas introducciones ("Oh amantísimo y reverendísimo, tres veces santo y omnipotente buen Dios..."), sino la correcta actitud de nuestro corazón. 
3.2. La oración debe dirigirse al Padre (v.9).  Otro aspecto importante que hemos de reconocer en la oración es el hecho de que debe dirigirse al Padre celestial.  La trinidad está claramente distinguida en la oración.  Oramos al Padre en el nombre de Cristo y con la asistencia del Espíritu Santo.  Cada una de las personas de la trinidad tiene su lugar en la oración.  En este caso la persona del Padre es a quien dirigimos la oración. 
3.2.1 Se reconoce su deidad (v.9a).  Al decir "Padre Nuestro que estás en los cielos", Cristo quiere enseñarnos que es muy importante reconocer la deidad del Ser a quien estamos dirigiendo nuestra oración.  ÉL mora en los cielos (que es sinónimo aquí de su santidad y soberanía,  Sal.11:4) y es Padre de todos aquellos que han confesado a Jesús como Salvador (Juan.1:12). 
3.2.2. Se le rinde adoración (v.9b).  La expresión "santificado sea tu nombre" indica un acto de adoración.[4]  Esta expresión también nos recuerda que una de las primeras cosas que debemos hacer cuando oramos es expresar nuestra adoración a Dios.  Iniciar inmediatamente nuestras oraciones con una larga lista de peticiones significa pasar por alto la dignidad de aquel ante quien estamos:  Rey de reyes y Señor de señores. 
           3.3. En ella expresamos nuestras profundas necesidades. 
3.3.1   Obedecer a Dios con fidelidad (v.10).  En este pasaje se enseña que una de las cosas que debemos anhelar en nuestra oración es obedecer a Dios con fidelidad.  Al invocar el reino de Dios y su cumplimiento aquí en la tierra así como en el cielo se está expresando el deseo de sujetar nuestras vidas a los designios divinos.[5] 
3.3.2  Depender de Dios (v.11).  Debemos reconocer que dependemos de Dios para satisfacer nuestras necesidades materiales.  Cristo ya había advertido en este mismo pasaje que el Padre celestial sabe qué cosas necesitamos aun antes de que nosotros se lo pidamos (v.8).  Sin embargo, al expresar a Dios nuestra necesidad evidenciamos que sólo dependemos de Él para nuestra subsistencia.  Esta profunda dependencia en el Dios-Proveedor quedó establecida en Mateo 6:25-34 con la expresión:  Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas serán añadidas.  Cuando el creyente pide el pan de "cada día" acepta que no se va a afanar por el pan de mañana, es decir, acepta la provisión de Dios para HOY.  Del pan futuro Dios se encargará también entonces no debemos afanarnos por esto. 
3.3.3 Relación correcta con el prójimo (v.12).  Una de las expresiones más profundas que se haya en el Padrenuestro es la que se encuentra en este versículo.  La petición aquí es que el perdón de Dios sea derramado en nuestros corazones en la misma medida en que nosotros lo derramamos por nuestros prójimos que nos han ofendido.  Es una petición de doble filo que nos recuerda la sentencia de Cristo en Mateo 7:12 Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.  La enseñanza de este versículo se amplía al final de la oración en los versículos 14-15, los cuales serán comentados al final. 
3.3.4 Protección divina (v.13).  La parte final del Padrenuestro es una petición invocando la protección divina.  Pero más que una fórmula religiosa es un anhelo de contar con la presencia divina en el momento de la prueba.  Una buena traducción de este texto es:  Y no nos dejes ceder en las pruebas, sino líbranos del Malo. La idea de esta petición no es que Dios es responsable por nuestras pruebas como parece indicarlo la traducción de Reina-Valera ("No nos metas en tentación").  La expresión "no nos metas" equivale a decir "cuídanos en el momento de".  Por lo tanto esta frase expresa el deseo del creyente de que Dios le proteja en medio de las múltiple pruebas o tentaciones por las que debe pasar.  Llama la atención que la última frase "mas líbranos del mal" se traduce mejor "líbranos del maligno", es decir, Satanás. Este último ruego reconoce que el Diablo es el agente del mal que permanentemente está atacando a los hijos de Dios para hacerles caer (vea 1Pedro 5:8).  Sin embargo, todo creyente debe recordar las palabras del apóstol Juan:  ...mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo (1oJuan 4:4). 
3.4. Debe ser respaldada con una vida íntegra (vv.14-15).  Los últimos dos versos de este párrafo apuntan hacia una vida piadosa integral que no se aísla de la responsabilidad con el prójimo y se dedica a contemplar el cielo para concentrarse sólo en Dios, sino que ora pero al mismo tiempo mantiene una correcta relación con los demás.  Era muy común ver judíos muy religiosos que cumplían en forma matemática el horario de oración pero al mismo tiempo no mostraban ningún respeto o consideración con su prójimo.  Cristo advierte que aquel que ora debe recordar que tal oración debe estar respaldada por una vida íntegramente cristiana, de otra manera tal oración sería estorbada por la misma vida carnal del orador (vea 1o Pedro.3:7).  El perdón es la mayor muestra de amor y consideración para con el prójimo (este fue el ejemplo que nos da el Padre celestial cuando nos perdonó en la persona de Cristo).  Si un creyente no está dispuesto a mostrar este mismo perdón para con alguien que le ofende, está evidenciando que tampoco ha experimentado profundamente el perdón divino en su propia vida (1Juan 4:8).  Por esto no debe pretender que Dios le trate con la misericordia que él no ha mostrado.
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   [1]Se sabe que los judíos rezaban dieciocho oraciones tres veces al día.  Estas oraciones eran conocidas como Tefilá; eran memorizadas en la niñez y luego en la vida adulta cada judío piadoso debía repetirlas tres veces durante el día.
  [2]En este pasaje el término espíritu se refiere al interior del hombre, la parte que le permite comunicarse con Dios.  El término carne se refiere a las pasiones naturales del hombre que han sido contaminadas por el pecado y ahora le incitan a violar la ley de Dios.  La lucha de la cual habla Cristo es entre satisfacer nuestras pasiones pecaminosas (tentación) u obedecer los mandamientos de Dios.  Esta lucha sólo puede ser resuelta victoriosamente a través de una vida de oración.

     [3]Los católico-romanos han convertido este modelo de oración en un rezo que los feligreses deben repetir en ciertas ocasiones.  La evidencia más contundente de que la intención de Jesús no era que los discípulos memorizaran o repitieran esta oración como un rezo es que no vuelve a aparecer en ninguna parte del Nuevo Testamento ni de la historia posterior de la iglesia primitiva de donde puede concluirse que ni los discípulos ni la iglesia entendieron esta oración como un rezo que debían repetir.
     [4]El término "santificar" cuando está dirigido a Dios tiene la idea de adorarle y rendirle todo honor, reconociendo su poder y soberanía sobre nosotros (Isaías 8:13; 29:23; 1Pedro3:15).
     [5]El reino de Dios es el señorío del Padre sobre los seres creados.  Por esto la expresión "Venga tu reino" y "Hágase tu voluntad" expresan nuestro deseo de sujetar nuestras vidas completamente a lo que Dios quiera hacer con ellas.

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